Rufino Borrego tenía 13 años cuando le diagnosticaron una distrofia muscular incurable y pasó los siguientes 43 años postrado en una silla de ruedas hasta que una neuróloga descubrió que el diagnóstico estaba errado. Borrego, quien vive en el pueblo de Alandroal, en el sureste de Portugal, padecía en realidad una miastenia congénita, un simple medicamento contra el asma, indicado para el tipo de enfermedad que padecía Borrego, le devolvió la capacidad de caminar.
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